Autor: Ing. Luis Alberto Mena Garza
El logro de un empate entre la oferta y demanda de nutrientes, vía la suplementación de la dieta mejora la calidad del consumo y la complementación de la ración mejora la cantidad del consumo de los animales.
El suplementar radica en la necesidad de mejorar el comportamiento individual de los animales. Esta necesidad tiene su origen sin lugar a dudas en el mal manejo del agostadero. Por otra parte, metas tales como: porcentajes de preñez y de animales a destetar, peso al destete, edad para el primer empadre de vaquillas, eficiencia en la época y duración del empadre, menores intervalos entre partos, etc., son metas que siempre están en nuestras mentes para aumentar la producción y la productividad del rancho ganadero. Regularmente la decisión de suplementar al hato se hace de acuerdo a la evaluación de la disponibilidad de forraje y en la condición corporal de los animales.
Sin lugar a dudas, la poca disponibilidad de forraje incide en el manejo inadecuado de los potreros, entre ellos se debe mencionar principalmente la sobrecarga de animales. De aquí que, la compra de alimento para tener más animales de los biológicamente adecuados es un negocio arriesgado, ya que además de incrementar los costos de producción, el consumo de forraje del hato completo disminuirá. Los animales en pastoreo deben tener disponible, siempre, todo el forraje que puedan consumir, sólo entonces la suplementación será económicamente efectiva.
A menudo queremos suplementar cuando algunos parámetros de producción del rancho no nos convencen, por ejemplo, porcentajes de cosecha entre 60 y 70% y pesos al destete alrededor de 180 kilos. Entonces, cuando esos niveles de producción no son económicamente satisfactorios y se pretende mejorarlos vía el suministro de suplementos alimenticios (lo cual no es la única vía), las dos tareas iniciales que se deben abordar son: Identificar el primer factor nutricional (energía, proteína, fósforo, vitamina A) que limita la producción en una situación en particular; y posteriormente, hacer un análisis sobre el costo-beneficio de su posible suplementación. Aquí, el punto central es que, si bien la respuesta a la suplementación se mide en términos biológicos (más vacas preñadas o más pesos al destete), el éxito final se mide en términos financieros pues todo gasto en alimentación, por pequeño que sea, debe ser justificable.
Sobre cuándo y cuánto alimento utilizar, varían de año con año en función de la precipitación pluvial y la condición del agostadero. Pero no se nos olvide que la suplementación es generalmente innecesaria cuando sólo permite aumentar la carga; esto no mejorará el comportamiento productivo individual de los animales. Con la suplementación queremos mejorar la digestibilidad del forraje y en consecuencia su consumo, y no caer en la sustitución, ya que esto, únicamente prolongaría una situación ecológicamente insostenible y rara vez rentable económicamente. Lo recomendable técnicamente es descargar el agostadero durante el período que sigue a la estación de crecimiento del forraje; y al mismo tiempo, considerar la suplementación con proteína, fósforo y vitamina A, como aspecto importante.
Por otro lado, en las variaciones estacionales en la disponibilidad de forraje, se deben considerar los estados fisiológicos y sus respectivas necesidades de nutrientes para las diferentes clases de animales que componen el hato.
Por ejemplo, en las vacas en condiciones de pastoreo en agostaderos, debemos de considerar sus altas y bajas en peso vivo y condición corporal (deposición de grasa) durante su ciclo de vida, debido a la variación en disponibilidad (cantidad y/o calidad) de forraje; por lo que pretender mantener en una condición uniforme a los animales durante todo el año, puede ser no realista o muy caro. Es mejor establecer límites inferiores permisibles, ya que siempre será más acertado prevenir situaciones indeseables que remediarlas. El compromiso en los hatos de cría, por sus repercusiones económicas, es el lograr el mayor porcentaje de becerros por año y con el mayor peso al destete. Esto requiere de estrategias alimenticias para romper el período de anestro posparto y volver a cargar las vacas en corto tiempo después del parto. El compromiso en los hatos de cría, por sus repercusiones económicas, es el lograr el mayor porcentaje de becerros por año y con el mayor peso al destete. Esto requiere de estrategias alimenticias para romper el período de anestro posparto y volver a cargar las vacas en corto tiempo después del parto.
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